PENSAR AL FOLKLORE COMO CIENCIA Y COMO UNA HERRAMIENTA DE EMANCIPACIÓN CULTURAL

La América colonizada fue siempre pensada, analizada, filosofada y fundamentalmente vista y estudiada desde el "eurocentrismo". La cuestión de la independencia fue sólo un cambio de hábitos, a más tardar de administración, pero nunca se pensó desde dentro, siempre se vio a lo americano-mestizo como la barbarie, además de lapidarlo como inculto.
Esta incomprensión, o mejor dicho, amputación de una ontología existente, es la madre de muchos males que padecemos los americanos, fundamentalmente en lo político y más terriblemente en lo social.
En el pasado, nuestras clases educadas hicieron una frontera entre el pensar culto y el pensar popular, tanto es así que convirtieron al folklore como una ciencia que estudiaba el pensamiento empobrecido y sencillo de las clases subalternas. Analizaban sus manifestaciones artísticas como primitivas y su arte como “artesanías”.
El pensar culto, para estos profetas de la desigualdad, era mirar desde la civilización occidental y cristiana al primitivo aborigen y al gaucho ignorante como una cuestión natural determinada por Dios, así como la mujer era inferior al hombre y su misión en la vida era servirle y cuidar a sus hijos, porque “DETRÁS, y muy detrás, de un gran hombre, de seguro, habrá o debería estar una gran mujer…”.
Filosofar lo nuestro desde dentro marcaría una apertura intelectual extraordinaria porque nos permitiría visualizar, primero que todo, tantos años de ignorancia (conveniente) y luego el entender tantas cosas que nos separan y nos mantienen divididos.

UN CAMBIO NECESARIO EN LA MIRADA DE LA CIENCIA DEL FOLKLORE

El Folklore como ciencia, en un sentido amplio, tiene por objeto de estudio la cultura popular y tradicional, noción que en su origen estaba construida bajo la idea de una oposición entre la “cultura – culta” de las clases altas y aquella “cultura – criolla” de las populares. División que parte, en primer lugar, de la idea que la cultura es una especie de ente compuesto por un conjunto de rasgos que pueden ser claramente delimitados e identificados con un grupo social particular y, en segundo lugar, de la creencia que la “cultura” de los grupos hegemónicos o alta cultura es superior a aquélla del resto de grupos.
A lo largo de la historia de la Ciencia del Folklore este doble prejuicio en cierto sentido se ha mantenido ya que el investigador en folklore es un sujeto que observa pero no se siente parte del objeto observado.

LOS DERROTEROS DE LA CIENCIA

La vieja noción de folklore reposaba en tres conjuntos de ideas cuya contingencia es importante analizar para establecer su diferencia con el PCF (patrimonio cultural Folklórico). El primero, es la idea de ‘folk’ o pueblo, que está en estrecha relación con los términos comunidad, clase o camadas populares. El segundo, con la idea de nación, es decir, con la identidad, a su vez asociada y contrapuesta al pueblo. El tercero y último, la idea de tradición, la cual está relacionada con las nociones de cultura, costumbre, conservadorismo, pasado, transmisión.
Pueblo, identidad y tradición subyacen –entonces– en el concepto de este viejo Folklore. Así, se supone que las expresiones folklóricas son concreciones de estos tres aspectos, cuya interpretación se da en el marco general de la construcción de la nación. En efecto, es en este último proceso que surge el interés por identificar expresiones culturales que representen el sentir o el carácter nacional. Sin embargo, se debe resaltar que la búsqueda de estos rasgos está determinada por el ideal de integración que acompaña cada uno de los momentos o etapas que atraviesan las sociedades de tipo nacional en la construcción de ese carácter. En efecto, uno de los primeros aspectos de la consolidación de los estados-nación americanos y europeos, en los siglos XIX y XX, fue la preocupación por la creación de una identidad nacional, la cual abarca procesos tan disímiles como la política de la lengua, el sistema y los programas educativos, la burocratización del Estado, la identificación del individuo y la descripción y puesta en museo del pasado y del folklore.
El "pueblo", en sus formas de hablar, vestir, festejar o relacionarse, entre otros aspectos, ha servido para construir la ilusión de una nación que no cambia, de poseer una tradición sólida de la cual enorgullecerse ya que resiste a los embates de la modernización. En este sentido el pueblo es solamente rural, campesino, pues la ciudad implica transformación y en ciertos momentos industrialización, es el alma de la tierra natal y el espíritu ancestral se encarnan en el Pueblo que habita el campo. Las costumbres campesinas, inicialmente juzgadas dignas de interés únicamente en tanto vestigios de la cultura ancestral, se convierten también en símbolos de la patria y en referentes éticos.
Estos especialistas del folklore se han dedicado al estudio y creación de esta noción de pueblo mestizo, sustento de una nacionalidad homogénea. Recolectando leyendas, historias o cuentos, documentando fiestas, carnavales, describiendo vestidos, comidas y sabores, no han hecho otra cosa que consolidar la idea del mestizaje y la ilusión de comunidad nacional. De hecho, se han quedado en la discusión de qué puede ser considerado folklórico o no y en la delimitación de las zonas folklóricas del país.
Es común encontrar en gran parte de ellos cierto temor hacia el contenido mismo de las expresiones culturales y su carácter reflexivo, así como hacia la incursión de la cultura de masas.
En las nuevas camadas de Folklorólogos que pretendían expandir el concepto de folklore, buscan ampliar: a) los límites de aquel pueblo rural y mestizo y b) la cuestión de la creación de la identidad nacional.
Son más académicos y críticos, tienen en cuenta el dinamismo inherente a las expresiones folklóricas. Comparten con los “Cortacianos” la misma noción de pueblo, aunque superan poco a poco el temor a la cultura de masas y tratan de incluir en sus trabajos aspectos de las clases populares urbanas, con lo cual dejan de lado el uso indiscriminado del término folklore y empiezan a utilizar el de cultura popular. Así, se crea un espacio para ver en las expresiones populares muestras de resistencia a la dominación de las clases altas, lógicas específicas de recreación del pasado en la tradición oral. Si bien, esta perspectiva que está en claro enfrentamiento con la idea de Cortazar de un Folk rígido, estático e inmutable, no obstante, esta segunda aproximación converge momentáneamente con la primera, en la medida en que también busca rasgos comunes a las expresiones culturales y mantiene vigente el velo de la autenticidad.

Estos folklorólogos intermedio se encuentran muy complicados ya que deben llegar, por medio de comparaciones sucesivas, de búsquedas penosas y de deducciones científicas, a la raíz misma de la copla, del mito, la leyenda ... hasta establecer su conexión con el pasado, muchas veces oscuro, de los distintos pueblos que han formado una nacionalidad.

EL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL Y LA UNESCO

El contenido de la expresión “patrimonio cultural” ha cambiado bastante en las últimas décadas, debido en parte a los instrumentos elaborados por la UNESCO. El patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.
Pese a su fragilidad, el patrimonio cultural inmaterial es un importante factor del mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización. La comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida.
La importancia del patrimonio cultural inmaterial no estriba en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación. El valor social y económico de esta transmisión de conocimientos es pertinente para los grupos sociales tanto minoritarios como mayoritarios de un Estado, y reviste la misma importancia para los países en desarrollo que para los países desarrollados.
El patrimonio cultural inmaterial es:
1) Tradicional, contemporáneo y viviente a un mismo tiempo: el patrimonio cultural inmaterial no solo incluye tradiciones heredadas del pasado, sino también usos rurales y urbanos contemporáneos característicos de diversos grupos culturales.
2) Integrador: podemos compartir expresiones del patrimonio cultural inmaterial que son parecidas a las de otros. Tanto si son de la aldea vecina como si provienen de una ciudad en las antípodas o han sido adaptadas por pueblos que han emigrado a otra región, todas forman parte del patrimonio cultural inmaterial: se han transmitido de generación en generación, han evolucionado en respuesta a su entorno y contribuyen a infundirnos un sentimiento de identidad y continuidad, creando un vínculo entre el pasado y el futuro a través del presente. El patrimonio cultural inmaterial no se presta a preguntas sobre la pertenencia de un determinado uso a una cultura, sino que contribuye a la cohesión social fomentando un sentimiento de identidad y responsabilidad que ayuda a los individuos a sentirse miembros de una o varias comunidades y de la sociedad en general.
3) Representativo: el patrimonio cultural inmaterial no se valora simplemente como un bien cultural, a título comparativo, por su exclusividad o valor excepcional. Florece en las comunidades y depende de aquéllos cuyos conocimientos de las tradiciones, técnicas y costumbres se transmiten al resto de la comunidad, de generación en generación, o a otras comunidades.
4) Basado en la comunidad: el patrimonio cultural inmaterial sólo puede serlo si es reconocido como tal por las comunidades, grupos o individuos que lo crean, mantienen y transmiten. Sin este reconocimiento, nadie puede decidir por ellos que una expresión o un uso determinado forma parte de su patrimonio.
(Fuente: https://ich.unesco.org/.../que-es-el-patrimonio...) © UNESCO

¿QUÉ PODEMOS OBSERVAR DE ESTAS DOS VISIONES?

Tanto en el lenguaje del folklore antiguo como en el más reciente del patrimonio cultural inmaterial, está presente la preocupación por el cambio y la vulnerabilidad de las expresiones culturales. En el primero, el gran peligro es el proceso de modernización, mientras en el segundo lo es la globalización. Aparte de dejarnos intuir los contextos históricos en los cuales surgen estos discursos, es necesario buscar en profundidad su diferencia y preguntarse sobre aquello que expresan realmente la modernización y la globalización vistas como amenazas a las expresiones culturales, en nuestro caso de tipo inmaterial. Esto, partiendo de la hipótesis de que esta divergencia no es sólo semántica sino que propone en el fondo una forma de acercarse a tales expresiones culturales, por ende, al hecho de que el PCI implica problemas más complejos que el folklore, el cual sería simplemente un elemento más que cabe en el marco del primero.
Para el viejo folklore el primer elemento perturbador, asociado a la modernización, es entonces la posible inclusión de elementos mecánicos en la elaboración o ejecución de esos entes folklóricos. En este sentido la amenaza es en la medida en que ella puede socavar el principio de autenticidad construida. Pareciera que existe un sentimiento de nostalgia por el pasado que no se debe cambiar.
Para este folklore los grupos populares urbanos son percibidos como agentes del desorden que atentan contra el purismo que se pretende rescatar con la ejecución aséptica de los considerados hechos folklóricos. Al negar cualquier posibilidad de considerar como folklore las expresiones populares urbanas, los guardianes de la autenticidad no hacen otra cosa que ahondar en la oposición entre el campo y la ciudad.
La globalización no actúa en el mismo escenario sino que crea otros, pues aunque representa procesos de cambio, estos no ocurren en el nivel interno, como sí es el caso de la modernización. Además, tampoco es su preocupación el asunto de las identidades nacionales. Esta hace referencia a procesos que se dan en el orden mundial cuyos efectos se hacen sentir en lugares específicos, propendiendo un nuevo acomodamiento de las sociedades nacionales.
En primer lugar, el patrimonio cultural inmaterial visto como un discurso global, actúa como un mecanismo más para la difusión de ideas consideradas universales aunque de creación reciente, como lo son los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la diversidad cultural, tal y como se expresa en la definición que del PCI presenta la Convención del 2003 de la Unesco. En segundo lugar, implica un cambio en la forma en que los estados-nación han construido los símbolos de su identidad nacional, ya que se ven en la obligación de buscar nuevas expresiones culturales que no necesariamente corresponden al tipo ideal de pueblo nacional.
Los preservadores del PCI consideran que el mundo campesino y mestizo es el que más sufre con la globalización, pues bajo la óptica de la diversidad cultural pierden gran parte de su poder de cohesión, esto, independientemente del voto constitucional por la multiculturalidad y la plurietnicidad. Así, entran en el escenario las expresiones culturales de los grupos étnicos, al tiempo que lo hacen aquellas de los campesinos y de los grupos urbanos.
Ahora bien, el carácter negativo de la globalización tiene otras facetas ligadas a los procesos estrictamente económicos. En efecto, la expansión del modo de producción capitalista y del mercado tienen efectos reales en diferentes lugares de un mismo país, por lo tanto, afectan directamente a grupos sociales concretos. Peligros son el libre comercio, la deforestación y la destrucción masiva de recursos naturales, la conversión de una agricultura de subsistencia en una orientada hacia la exportación o bien la producción extensiva de productos como la soja o las concesiones de explotación petrolera, que tienen consecuencias sociales, económicas y políticas en las comunidades donde se llevan a cabo esas actividades.

¿QUÉ ES NECESARIO PARA UNA CIENCIA DEL FOLKLORE?

La visión de estudio que se tiene de la cultura popular se encuentra a medio camino entre los procesos simbólicos y la creación de significados. Se debe desistir de concebir al pueblo como algo homogéneo y nacional e introducir el concepto de comunidades diversas sobre las cuales se puede predicar algo a partir del estudio de expresiones concretas. Por otra parte dejar de lado el problema del formalismo y pasar a dar cuenta del papel que dichas expresiones juegan en la interpretación de los procesos sociales e históricos.
Es necesario establecer una discontinuidad con las descalificaciones de expresiones de origen popular que no sean acordes con los parámetros establecidos del pueblo como campesino, mestizo, católico. Es el caso, por ejemplo, de las producciones culturales de las denominadas, siguiendo la terminología frecuentemente empleada, clases populares de las ciudades, que empiezan a mezclar la herencia del mundo rural con elementos de la sociedad de mercado.
Es menester trabajar el concepto de “patrimonio cultural folklórico” que implicaría antes que nada hacer frente a un verdadero cambio de visión de lo popular y tradicional. Formulación de una noción de cultura en términos de procesos históricos y simbólicos de construcción, interpretación y organización de la realidad.
Prima la necesidad de elaboración de políticas públicas y de la legislación que traten el nuevo concepto y sus diferencias con el PCI.
LA NOCIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL FOLKLÓRICO:
El hombre, como ser social, modifica su medio natural, construye obras arquitectónicas y urbanísticas, moldea objetos, en definitiva, crea, diseña y produce bienes materiales concretos y tangibles. Estas expresiones adquieren un sentido completo sólo cuando puede revelarse, más allá del objeto en sí, su valor subyacente.
La definición que manejamos: “Son los bienes que dan cuenta de una identidad enraizada en el pasado, con memoria en el presente, reinterpretadas por las sucesivas generaciones, que tienen que ver con saberes cotidianos, entramados sociales y convivencias diarias. Estos bienes hablan, por ejemplo, de la singularidad de ciertos oficios, músicas, bailes, creencias, lugares, comidas, expresiones artísticas, rituales o recorridos de "escaso valor físico pero con una fuerte carga simbólica". Todas sus manifestaciones son complejas, dinámicas y por lo tanto modificables y mantienen una interdependencia mutua. Tanto el Patrimonio material, como el inmaterial componen el Patrimonio Cultural Folklórico de cada “grupo social” o “comunidad”. Se construyen históricamente, como resultado de las interacciones sociales, que otorgan especial sentido de pertenencia a la sociedad que los originó. El Patrimonio Cultural Foklórico impregna cada aspecto de la vida del individuo y está presente en todos los bienes que componen el Patrimonio Cultural: monumentos, objetos, paisajes y sitios. Todos estos elementos, productos de la creatividad humana, por lo tanto hechos culturales, se heredan, se transmiten, modifican y optimizan de individuo a individuo y de generación en generación.

OBJETIVOS DE LA CIENCIA

Los objetivos inmediatos de la ciencia Folklórica son:
1ª) Documentar técnicamente los fenómenos que hacen al PCF mediante la investigación de campo, individuales o en equipo, en las regiones comunales características de cada país.
2º) Cultivar en la sociedad el amor hacia los valores de la tradición popular y en general hacer accesible el conocimiento, favorecer la comprensión y suscitar la simpatía por sus expresiones autenticas.
3º) Desarrollar una unidad más intima con el entorno mediante el conocimiento de la geografía, la historia y la cultura.
4º) Gestionar que se incorpore el PCF en la currícula escolar, como espacio cultural y formativo.
5º) Promover la creación y consolidación de más institutos, centros de estudios y afines del PCF como también la realización de congresos y jornadas nacionales e internacionales.
6º) Propender que la Ciencia de la Historia analice al hombre primero desde su aspecto socio-cultural para luego describir los sucesos políticos que por lo general son interpretados desde el poder dominante y no desde la objetividad.

QUE ES IECFA?

Instituto de Estudios Científicos del Folklore de América
Es una institución académica compuesta por investigadores que trabajan basados en un PIC (Programa de Investigación Científica) en analizar y estudiar el Patrimonio Cultural Folklórico, en busca de una teoría de orientación científica que se organice a partir de ciertos principios epistemológicos, configurada por conceptos racionalmente argumentables y articulados entre sí.
A tales fines congrega a las personas conspicuas y representativas en el cultivo de las ciencias, las letras y las artes del Patrimonio Cultural Folklórico de América con el fin de intensificar su estudio y el ejercicio de su preservación;
Preservar es: Estudiar, investigar, recopilar, promover el progreso y difundir todas las artes y ciencias del Patrimonio Cultural Folklórico de América: música, tradiciones, investigación, literatura, arte popular, antropología, teatro, cine, narrativa, poesía, artes plásticas, danza, historia, lingüística, gastronomía, medicina popular y todos los aspectos que hacen al Patrimonio Cultural Folklórico de América; también es recopilar, investigar y estudiar la documentación y la memoria y expresiones relacionadas con todas las artes y ciencias que el Patrimonio Cultural Folklórico de América.

CONCLUSIONES:

El compromiso ético de pensar por nosotros mismos es quizás la clave para nuestra liberación, nuestra emancipación y nuestra independencia de opiniones y condicionamientos ajenos a nuestro auténtico ser. Esta es la actitud crítica que nos permitirá tomar conciencia de lo que somos como producto de una cultura determinada.
El estudio de nuestro patrimonio cultural folklórico, el verdadero resultante de nuestro devenir. El respeto a la multiculturalidad, a la diversidad y el compromiso en la superación de los esquemas dominantes, quizás sean la clave de la descolonización. Un acto intelectual pero también afectivo de nuestra propia concientización.

José de Guardia de Ponté

 
a

 

www.coffar.org.ar

No se puede querer lo que no se conoce y no se pueede defender lo que no se quiere