LA ENDOCULTURA

Se podría definir simplemente a la endocultura como “MI PROPIA CULTURA” término que designa la diferencia cultural entre los pueblos de la tierra en una diversidad compleja. Estas diferencias culturales o de vida caracterizan y particularizan a las diferentes comunidades que componen la humanidad, en sus formas de existir y convivir con la naturaleza.
De este concepto deriva el término “endoculturación” el cual se entiende como la experiencia de aprendizaje consciente e inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita, induce y educa a la generación más joven a adoptar los modos de pensar, actuar, sentir y comportarse tradicionalmente. En definitiva es cuando la vieja generación traspasa su propia cultura a la nueva generación.

LA ACULTURACIÓN

Se llama aculturación al avasallamiento de una cultura por otra cultura. Esta situación se realiza por la fuerza y su imposición es en mayor medida violenta.
En el transcurso de la historia pueblos guerreros, por diferentes motivos, invadieron y sojuzgaron otros pueblos, imponiendo en consecuencia su poder y por consiguiente su cultura. Pero la cuestión es que nunca pudieron hacerlo de manera absoluta, el choque de culturas diferentes dio por consiguiente en tiempo una fusión. Esa fusión se define con el término de “trasculturación”, un proceso donde ni la cultura dominante, ni la dominada prevalecen en forma pura, dando por resultado una nueva cultura y a esta cuestión se la define como “neocultura” o “sincretismo”.

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

Como es deber tomar en cuenta que la historia la escriben los que ganan, y en nuestro caso la consideramos a la Civilización juedeo-greco-romana occidental y cristiana como la fuerza triunfante en la historia Universal. Cuando un pueblo y su cultura avasallan a otro pueblo más débil, la cultura dominante se autodefine como la civilizatoria y a la cultura dominada como la “barbarie”. Basándonos a como veían los griegos a los pueblos “no griegos”.
Es menester aclarar que esto no significa que los pueblos dominados no hayan contado con una civilización, al contrario, en muchas oportunidades la cultura avasallada era muy superior tecnológica y/o artísticamente hablando, que la que se les imponía.
De todas formas y como hemos explicado anteriormente, ninguna cultura prevaleció pura, sino que se fue enriqueciendo y transformando, creando sucesivamente en particulares culturas, diferentes unas de otras.
Estas particularidades las llamamos “endocultura” o mejor dicho portadoras de patrimonios culturales materiales e inmateriales.

EL PATRIMONIO CULTURAL FOLKLÓRICO

El Folklore es la esencia de la cultura. Son los bienes que dan cuenta de una cultura enraizada en el pasado, con memoria en el presente, reinterpretada por las sucesivas generaciones. Y lo más importante es que otorgan especial sentido de pertenencia e identidad a la sociedad que la originó.
También, cuando hablamos de patrimonio cultural folklórico, hablamos de “costumbres” que se puede definir como “la manera habitual de obrar de un individuo o grupo de personas conformando su idiosincrasia distintiva, que, en el caso de grupos definidos localmente, conforman un determinado carácter nacional, regional o comunal.”
Es así como se distingue también el cómo “obrar bien” y el cómo no “obrar mal”. A esto se le llama “MORAL” porque justamente, la palabra moral, etimológicamente, deriva del término latino “mores” que significa “costumbre”.
La moral son los “valores” esenciales que cuenta una civilización y las normas de convivencia necesaria para contener y armonizar una sociedad.

LA PÉRDIDA DE LOS VALORES MORALES

Cuando hablamos de pérdida de los valores morales es síntoma de pérdida de nuestra cultura, degradación que sufre o en el peor de los casos su decadencia.
En nuestro tiempo estamos siendo invadidos por una extraña forma cultural de ver a los semejantes y al mundo.
Se le ha definido de muchas maneras: “materialismo dehumanizado”, “individualismo”, “capitalismo desacerbado”, “la era del vacío”, “la era del consumismo”, “modernidad líquida”, en definitiva “sálvese quién pueda” y “después de mi el diluvio”. Una cultura despersonalizada donde predomina el derecho de realizarse por encima de los demás. Que muestra el abismo del consumo hiperbólico y autodestructivo como único camino de felicidad y realización. La indiferencia aterradora ante el sufrimiento del prójimo, la muerte de las solidaridades y de la caridad. Y lo peor de todo - la banalización irresponsable de todos estos males.
Muchos dicen que ya estamos viviendo un nueva y perversa invasión colonial. Ya no una colonialidad económica, más bien la colonización de la mente. Sus grandes armas son los medios masivos de comunicación que siempre buscan una sociedad dividida con un afán de odio hacia un sector, clase o forma. O mejor dicho un pueblo siempre obligado a estar de un lado aunque en realidad no exista el otro opuesto.
En las personas en general y en las sociedades pos modernas en particular la indiferencia se ha vuelto una cruel rutina, un peso muerto de historia, donde todo pasa por televisión pero nada pasa en realidad. Aburridos, bucólicos y enajenados seres transitan motorizados por las infinitas autopistas que no llevan a ninguna parte. El neo-capitalismo ha creado seres sin alma, credo, pasión ni razón. No hay ni ídolo ni tabú, no hay filosofía de vida ni loca aventura. Todo se resume a una pegajosa rutina de adquirir cosas banas que nada satisface.
He aquí, la cuestión, al pueblo se le ha hecho olvidar el sentido de pueblo, su origen y su responsabilidad como tal, se sobredimensiona al individuo, se le tergiversa el sentido del derecho propio, que nunca está ni debe estar sobre el derecho del conjunto, ya que “nuestro” derecho finaliza donde empieza el derecho del “otro”. Y esto, es la pérdida de la endocultura, aquella que nos enseña la ética y la estética. La que nos hace sensibles. La que evita la indiferencia como mal social.

Si nuestro patrimonio cultural folklórico desapareciera derrotado ante el desafío de preservación sería el triunfo de la colonización espiritual de nuestro pueblo.

Pienso que hay que tomar partido, posición y protagonismo. Luchar y trabajar por una enseñanza que tenga por base la endocultura y por finalidad suprema la felicidad del pueblo que la posee.

José de Guardia de Ponté

 
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No se puede querer lo que no se conoce y no se pueede defender lo que no se quiere